miércoles, 21 de octubre de 2009


Cuando se quiere algo desesperadamente o, mejor dicho, cuando se quiere algo ya y no se quiere esperar nada para obtenerlo, decimos que estamos con ansiedad por tal o cual cosa.
Claro esta que este estado de ansiedad, si bien tiene una sensación localizada (tensión en el estomago, movimientos veloces de dedos o piernas, inquietud en general, etc.), no deja de ser algo difuso, un clima generalizado.
Las cosas que pienso o que imagino en un estado de ansiedad, están acompañadas de una sobrecarga y brillo significativo.
La consecuencia de una gran ansiedad, es como un estado de febril, aumenta la temperatura en el cuerpo, tengo desvelos, alteraciones en general, etc.
Las conductas que se desprenden como consecuencia de este estado, son sumamente compulsivas: “quiero tal cosa ya!” o “no aguanto más!”, etc.
Se impone lo que se quiere o lo que se busca a los otros. Los otros terminan siendo parte de nuestras propias ansiedades.
Es lo opuesto a hacer las cosas con un fin en sí mismo; básicamente la ansiedad deja una sensación de encadenamiento a lo que es tan ansiado, también a lo que hacemos por lo ansiado, y luego un estado de vacío, de poco sentido sobre lo que se ha hecho, de error y desproporción.
Es conocida la ansiedad, como el peor enemigo del hombre, ya que su característica no permite reflexionar ni llevar adelante acciones pensadas; se limita toda nuestra capacidad de ser coherentes y actuamos como impulsados por la desproporción.
La ansiedad, como compensación busca que algo ocurra ya. Es opuesto a la suave espera del paciente…
La ansiedad fija, les un tipo de obsesión puede derivar de un mal funcionamiento físico, pero también las consecuencias vegetativas pueden derivar por comer en exceso, beber, fumar, etc.
Alegóricamente hablando, la ansiedad es un estado mental de dependencia, se es adicto a que las cosas ... ocurran ya!, sea como sea y a cualquier precio ...